Giuseppe Verdi es uno de los grandes compositores de ópera, profundamente italiano, autor de páginas musicales inolvidables, de personajes que ya forman parte indisoluble de la cultura universal, como La Traviata, Rigoletto o Aida, meticuloso investigador en su arte, muy exigente, con un sentido crítico fuera de lo común, orgulloso de sus orígenes campesinos pero de carácter vivo e inquieto.
En su larga vida, que abarca casi todo el ochocientos, compuso 28 óperas, dónde se destaca Nabucco, una tragedia lírica en cuatro partes, de dónde se extrae el famoso “Va, pensiero”, coro del tercer acto en fa sostenido mayor, de 1842, ha sido calificado como la «obra maestra de Verdi», canta la historia del exilio hebreo en Babilonia tras la pérdida del Primer Templo de Jerusalén.
Se convirtió en un himno para patriotas italianos, quienes, identificándose con el pueblo hebreo, buscaban la unidad nacional y la soberanía frente al dominio austríaco. La canción, cuyo tema es el exilio y que expresa nostalgia por la tierra natal, así como la frase «Oh mia patria sì bella e perduta!» (en italiano, «¡Oh patria mía, tan bella y perdida!») resonaba en el corazón de muchos italianos.
Hace dos días, 27 de enero, conmemoramos los 120 años del fallecimiento de este gran músico de Italia para el mundo.